PALABRAS PARA UN FUNERAL.

En la última semana me enfrente al pasado, al presente y al futuro desde la mirada de una mujer a la que hoy despedimos. Una mujer guerrera y luchadora que nos inundó de carcajadas, su sencillez y la forma en que vivió su vida fue siempre digna de admirar.  Las mañanas colegiales siempre eran más agradables cuando en la parte del fondo del salón junto con Pablo Ospina, Luis Fernando Sánchez, y todo el combo ella reía y peleaba con la hermana directora. Los paseos  a la quebrada eran un goce total, que decir de los viajes en el bus de Rolando y las caras de susto cuando en mi casa llegaba mi mamá y nos pillaba a todos con la ropa mojada, “Su abuelita es bien brava me decía” esas tardes de río fueron emocionantes y vitales para lograr estar conectada con ella durante esta última semana en la que nuestra compañera de aventuras hizo el proceso de despedida de este plano terrenal.

No había visto a Yenny durante los últimos 18 años, aunque nos escribíamos por las redes sociales, y ahora justo la veo en una cama de hospital.  “Tengo miedo Angélica”, me decía. Y fue entonces cuando recordé cómo funcionan los remolinos en el río. Le dije: “Yenny, tienes que soltar los miedos, es como el remolino, tendrás que ir al fondo y permitir que el mismo vuelva a sacarte, si luchas contra él te ahogas”,  es difícil entender esta comparación con la vida misma pero realmente ella lo comprendió enseguida; aunque tenía miedo ella vivió sus últimos días dentro de ese remolino. Lo hizo con tranquilidad, con agradecimiento, con la alegría que la caracterizó y claramente vivió su dolor, llevó su propia cruz. Tendrás que perdonar hechos y personas, vi en su mirada un reto profundo pero sé que enseguida empezó a trabajar en ello.  En esos últimos días hablamos de cada uno de nuestros compañeros y compañeras. Fue emocionante escuchar la madurez, la lucidez y  la visión humana  que con los años fortaleció a Yenny. Las cosas bellas que decía de Jairo Ademid, la preocupación por Kelly  para que no visitará el hospital,  y los recuerdos de varios de sus amigos de juventud.  Hablamos de las locuras y del paso de los años.

Hablando de su esposo me decía: “Él es un gran hombre Angélica”  y entonces comprendí enseguida que ella tuvo a su lado un ser excepcional, Elías un compañero merecido, un hombre que le dio tranquilidad a su vida, con el que caminaron juntos, que ambos con luces y sombras lograron tener un hogar fortalecido por el amor reflejado en el deseo que sus hijos tengan un proyecto de vida y que a ellos nos les falte nada. Mis Hijos Angélica, quiero que sean buenas personas y puedan salir adelante. Ella en su interior luchaba por su familia, ese su gran sueño,  no muere hoy. Porque la muerte es parte de la vida misma, es un paso al plano espiritual en el que todos lograremos entrar en otro momento. Los sueños de Yenny continúan, y este es su mensaje para ellos:   “Hijos míos, no están solos, Dios los acompaña, quiero que luchen también por sus sueños, no he muerto porque siempre estaré con ustedes en su corazón, vendrán días difíciles pero recuerden siempre que estoy acompañándolos, los veré desde el cielo y siempre los amaré.”

Parafraseando a Bernardino Morales hoy nos despedimos de Jenny.  “Amiga de           grandes batallas con la cual compartimos muchos momentos felices. Hoy nos dejas un gran vacío en nuestros corazones y un millón de gratos recuerdos a tus compañeros nazarenos. Siempre vivirás en nuestros corazones y desde el cielo seguirás siendo la guía para tu esposo, hijos y familia.”

Que difícil tener las palabras precisas para despedir a alguien que nos ha marcado la vida,  que ha crecido contigo, y que fue testimonio de lucha hasta el último minuto de su vida.  Pero, Cuando hablas y escribes sobre alguien con quien estas conectada de corazón es más sencillo porque dejan de ser palabras vacías, para hacer memoria y homenaje a una historia que como la de Jenny Milena Portela nos llena de fuerza y valor para seguir luchando por los sueños de ella  y por los nuestros. Hoy las carcajadas están en el cielo, la  alegría nos conecta con ella. Alza la mirada en la noche y veras una estrella que brilla sonriente y cuando la veas sabrás que sigue contigo sin importar los años, ni el planeta en el que te encuentres.

Gracias Yenny Milena Portela, Gracias Dios por su vida y por sus luchas.

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